María, vivía sola en un pequeño piso de la ciudad donde trabajaba. Era una mujer atractiva y agradable, por eso nunca le faltó un buen grupo de amigos, especialmente amigos varones. Hubo un tiempo, recién llegada de Madrid, en el que compartió este piso y su vida con un hombre. Pero hacía ya tres años que lo habían dejado. La ruptura fue dolorosa y coincidió con la muerte de su madre. Desde entonces, la navidad se convirtió para ella en un periodo especialmente triste.
Esta noche de fin de año, se duchó, tomó una ligera cena y antes de arreglarse para ir a casa de sus amigos, se puso a ojear sus antiguos diarios. Lo hacia siempre que se sentía insegura, y la aparición esa tarde, de nuestro inexistente caballero, y sus ideas sobre el amor, le habían producido un incómodo cosquilleo interior.
Los diarios bastante extensos,los escribió poco después de su separación, y conteían por decirlo de alguna manera, su filosofía de la vida. Por cierto, una concepción bastante pragmática de la existencia. María se esforzaba por ser una mujer práctica, lo que para ella significaba que sólo se planteaba problemas, cuando era absolutamente necesario; en estos casos, siempre recurría a sus diarios, para encontrar la solución adecuada.
Abrió un cuaderno y leyó: "Probablemente todos seríamos más felices si nos olvidásemos de la palabra “amor” y de todas sus repercusiones maximalistas y nos ocupáramos del cariño condicional: “ Si haces algo que me gusta, haces que me sienta bien y te lo devolveré de alguna manera. Las relaciones amorosas, las amistades, no surgen, ni se mantienen espontáneas. Tienen que ser cultivadas para florecer. El romanticismo es una falacia, la realidad consiste en hacer lo mejor que puedas con lo que tienes. Si de verdad llegas a la conclusión de que no es suficientemente bueno para ti o no puedes arreglarlo, lo sensato es dejarlo, pero no imaginar lo que podrías tener.
Y luego leyó en otra página:"El matrimonio -o si se prefiere la pareja estable- no es perfecta, pero la intimidad que ofrece es única y especial, muy difícil de encontrar. Deberíamos valorar adecuadamente esa posibilidad de contar con alguien cuando las cosas no van bien, como un vínculo trascendente antes de romper. El amor por segunda vez, no es más fácil; el hábito, la experiencia de cada uno genera un modelo contra el que hay que luchar si queremos que la segunda vez funcione".
María se calzó las botas, se puso una falda negra, ajustada y larga, hasta debajo de las rodillas, eligió un sujetador negro que le realzaba los pechos, y una blusa de fiesta con un generoso escote, era de color gris perla y se la habia comprado para la ocasión. Se peinó con esmero, y se puso un poco de color en los labios y en los ojos. Dio una última mirada aprobatoria ante el espejo del recibidor y enfundada en un abrigo negro de fina lana de cashemir, salió. Fue paseando a la fiesta de sus amigos. ¡De nuevo estaba tranquila... y segura de si misma!.
Esta noche de fin de año, se duchó, tomó una ligera cena y antes de arreglarse para ir a casa de sus amigos, se puso a ojear sus antiguos diarios. Lo hacia siempre que se sentía insegura, y la aparición esa tarde, de nuestro inexistente caballero, y sus ideas sobre el amor, le habían producido un incómodo cosquilleo interior.
Los diarios bastante extensos,los escribió poco después de su separación, y conteían por decirlo de alguna manera, su filosofía de la vida. Por cierto, una concepción bastante pragmática de la existencia. María se esforzaba por ser una mujer práctica, lo que para ella significaba que sólo se planteaba problemas, cuando era absolutamente necesario; en estos casos, siempre recurría a sus diarios, para encontrar la solución adecuada.
Abrió un cuaderno y leyó: "Probablemente todos seríamos más felices si nos olvidásemos de la palabra “amor” y de todas sus repercusiones maximalistas y nos ocupáramos del cariño condicional: “ Si haces algo que me gusta, haces que me sienta bien y te lo devolveré de alguna manera. Las relaciones amorosas, las amistades, no surgen, ni se mantienen espontáneas. Tienen que ser cultivadas para florecer. El romanticismo es una falacia, la realidad consiste en hacer lo mejor que puedas con lo que tienes. Si de verdad llegas a la conclusión de que no es suficientemente bueno para ti o no puedes arreglarlo, lo sensato es dejarlo, pero no imaginar lo que podrías tener.
Y luego leyó en otra página:"El matrimonio -o si se prefiere la pareja estable- no es perfecta, pero la intimidad que ofrece es única y especial, muy difícil de encontrar. Deberíamos valorar adecuadamente esa posibilidad de contar con alguien cuando las cosas no van bien, como un vínculo trascendente antes de romper. El amor por segunda vez, no es más fácil; el hábito, la experiencia de cada uno genera un modelo contra el que hay que luchar si queremos que la segunda vez funcione".
María se calzó las botas, se puso una falda negra, ajustada y larga, hasta debajo de las rodillas, eligió un sujetador negro que le realzaba los pechos, y una blusa de fiesta con un generoso escote, era de color gris perla y se la habia comprado para la ocasión. Se peinó con esmero, y se puso un poco de color en los labios y en los ojos. Dio una última mirada aprobatoria ante el espejo del recibidor y enfundada en un abrigo negro de fina lana de cashemir, salió. Fue paseando a la fiesta de sus amigos. ¡De nuevo estaba tranquila... y segura de si misma!.
No puedo enamorarme de tí. Antonio Flores. Joaquín Sabina
No hay comentarios:
Publicar un comentario