miércoles, 31 de diciembre de 2008

¡No me llamo Priscila!



No me llamo Priscila, ni Filis, ni Dorotea, ni soy una pastora, que, en busca de su amado merodea por la sierra, disfrazada de labrador.Me llamo María y soy una mujer, que vive de su trabajo como psicóloga. Me gusta, el deporte, bailar, el cine, la música y los libros de actualidad, y muy a menudo salgo a caminar por la montaña. Esta tarde, la del último día del 2008, di un largo paseo y me paré a refrescar los pies en un arroyo. De pronto, un tipo ataviado con una grotesca armadura y previsiblemente borracho, dadas las fechas, se lanzó sobre mí, como un poseso, abordándome con todo tipo de preguntas y llamándome por estos insólitos nombres. Después de haber enviado al espantajo de bruces al río, con una buena llave de judo, debería haberme limitado ofrecerle mi bastón, para ayudarle a salir del agua, puesto que sin quitarse la armadura, braceaba como las aspas de un molino, jurando que no sabia nadar. Sin embargo, quizá por deformación profesional, este tipo de loco siempre me acaba inspirando ternura, le permití que me contara su historia, mientras me acompañaba hasta el coche. Al parecer existía un blog del que eramos los dos protagonistas llamado: "El Caballero Inexistente", y en el que yo aparecía como la enamorada de este estrafalario armatoste . ( Recordé que una amiga, se burlaba de su marido llamándolo así, porque había desaparecido en la buhardilla para poder escribir, y sólo lo veía a la la hora de comer y de dormir).
Fui simpatizando con esta especie de hombre de hojalata, que me hacia sentir como la Doroti del cuento del Mago de Oz- Andaba con increíble ligereza, pese a la armadura, y tenía un anticuado modo de hablar, un decir pausado y algo solemne, como si arrastrara con esfuerzo cada palabra desde la profundidad de su coraza. Durante el largo paseo, tuvo tiempo de contarme toda su historia, y no quiso consentir en descubrirse la visera del yelmo, para que pudiera verle la cara.

Cuando me despedía no pude evitar decirle: - Trata de entender, todo el mundo se permite tener fantasías, quizá sean una buena válvula de escape, pero fantasear como estilo de vida sólo conduce al desastre.
-¡Mi único desastre seria perderte!, dijo, haciendo una cómica reverencia. Mientras cerraba la puerta del coche.

Los puristas dirán que lo peligroso no es la idea, sino la acción que inspira dicha idea. Pero la separación entre nuestra forma de actuar y comportarnos en el mundo y nuestra forma de interpretarlo, no es tan clara como parece.
Hay muchas personas incapaces de percibir el mundo real, porque sus fantasías han moldeado uno ficticio del que no logran escapar.

Peter Pan. El Canto del Loco.

martes, 30 de diciembre de 2008

Dorotea.



UNA RESEÑA LITERARIA.

Desde mi primera lectura del Quijote he sentido una extraña fascinación por el personaje de Dorotea .” La divina Dorotea” aparece en el capítulo 28 de la Primera Parte, cuando Sancho en compañía del Cura y del Barbero se internan en Sierra Morena para tratar de convencer a Don Quijote de que deponga su actitud y vuelva a su aldea. En el capítulo anterior, Cervantes anuncia su historia en boca de “Cardenio”, otro personaje enamorado de indudable atractivo y a quien D. Quijote trata de imitar retirándose a hacer penitencia a lo más abrupto de la sierra .
Dorotea se nos va mostrando paulatinamente, por partes, como un preciado tesoro , que hay que contemplar en silencio. Al principio es tomada por un joven, de estilizada figura que baña sus pies en un riachuelo. La belleza de sus pies comparados al cristal, la de sus piernas que va desnudando poco a poco, y se equiparan al alabastro, los rubios cabellos de la doncella, que se descubren y esparcen al quitarse la montera, la espalda apenas tapada por los cabellos, las delicadas manos... componen un cuadro de indudable carga erótica, donde el voyeurismo de los personajes- ocultos tras las maleza del camino- aumenta la recreación contemplativa del lector. Esta descripción preciosista, con su permanente referencia a las cualidades angelicales, a la belleza divina que no pasa, es una de las mejores estampas del ideal de belleza renacentista.
La misteriosa doncella comienza a narrar su historia; es locuaz y al mismo tiempo discreta, su memoria es felicísima ( ya conocíamos parte de su historia por Cardenio), la agilidad y la gracia insuperable con que cuenta su vida nos revela lo más apasionante del corazón femenino. Dorotea es “una amante despechada”, acaso la imagen de mayor fuerza seductora en el ánimo masculino. El propio Cervantes compara este personaje a una estrella, “cuyo brillo desaparece al alba”.
El encanto del personaje es tal, que el autor, vadeando su propia historia- enmarcada en las dobles parejas de amantes: Cardenio y Luscinda, D Fernando y Dorotea- la convierte durante unos pocos capítulos en el latido emocional de la historia principal. Dorotea posee un alma generosa, entregada al mandato cristiano de redimir el propio dolor haciendo el bien. Su intervención en la trama urdida por el cura, como la princesa “Micomicona”, para lograr trasladar a Don Quijote hasta la aldea, contiene a mi juicio, algunos de los momentos cumbres del humor cervantino. La ingenuidad, el desparpajo, la admirable inteligencia femenina del personaje, producen un efecto de apaciguamiento en la historia principal . El eje del Quijote queda trivializado, ya no habrá más palizas, ni destarifadas aventuras de tono picaresco, la trama irá ganando en sutileza psicológica y profundidad moral, como si el alma del caballero andante quedara para siempre prendida de esta fulgurante aurora estelar.



The King's Singers. Il bianco e dolce cigno. Madrigal amoroso


Aparición de Priscila






¡Oh cristalina fuente
si en esos tus semblantes plateados
formases de repente
los ojos deseados
que tengo en mis entrañas dibujados!.




Despues de una dolorosa derrota en la batalla, nuestro caballero inexistente, se ha retirado a una apartada región para pedir ayuda al Resucitado, dedicándose al ayuno y la penitencia. Tras todo un día y una noche de viaje, detuvo su caballo al amanecer entre los árboles de un soto por el que corría un arroyo de aguas limpias.
Desde prima hora, permanece arrodillado, los guantaletes apoyados en el pomo de la espada y el yelmo, reclinado sobre el peto. No ha hecho un sólo movimiento, por parecerle ésta, la actitud más correcta para quien espera obtener la Gracia Divina. La sierra es abrupta y el lugar desierto. Cae la tarde y de vez en cuando, asoma un conejo a beber en la orilla . Agilulfo reza y medita, implora el perdón del Señor. El silencio es total en la pradera .

De repente, ha comenzado a escuchar el rumor de unas pisadas sobre la hierba. Se trata de un mozo esbelti y delgado de talle, va vestido como un labrador, y lleva una toalla sobre los hombros. El mozo, sin darse cuenta de que lo miran, comienza a desnudarse las polainas para lavarse los pies que son tales que a Agilulfo, le parecen sino dos pedazos de blanco cristal que entre las otras blancas piedras del arroyo destacan. Suspendiose el caballero, de la blancura y hermosura de los pies que no estaban hechos a pisar terrones, ni a seguir el arado tras los bueyes como mostraba el hábito de su dueño. Tenía las polainas levantadas hasta la mitad de las piernas, que sin duda de blanco alabastro parecían. Terminados de lavar los hermosos pies, se los seca con un paño de tocar que traía debajo de la montera, y al querer quitársele, alza el rostro y Agilulfo tiene la visión de un rostro de una hermosura incomparable. El mozo se ha quitado la montera y sacudiendo la cabeza de una y otra parte ha comenzado a descoger y a desparcir unos cabellos que pudieran los del sol tenerle envidia.
Con esto el caballero conoció que el que parecía labrador era mujer y delicada y aún la mas hermosa que hasta entonces sus ojos habían visto. Y al ver sus preciosas manos peinando los cabellos, como dos pedazos de blanca y apretada nieve*, al ver sus hermosos ojos, se prendó de la joven, quiso saber su nombre, y sus gustos, ¡ quiso saber todo de ella!, deseó que nada le faltara, que fuera dichosa y que siempre le acompañara; quiso en definitiva, hacer de ella su Dama, la mujer que gobernaría su corazón.

* La descripción de la joven está extraída de la de Dorotea, el entrañable personaje del Quijote.
Dove sei amato bene?. G. F. Handel.(Rodelinda). Andreas Scholl: Contratenor

¿Por qué leer?


Un libro puede acercarnos a un lugar y a sus gentes mucho mejor que un viaje. Puede recrear – o fingir- lo que ya no puede recordarse porque hace años que ya no existe. Tiene poder para convocar en nuestro interior lo que antes no eran sino sombras surgidas de las ruinas del pasado, del estéril suelo del olvido y la ignorancia.
Cuando ese hecho, casi milagroso, sucede; el libro, el cuadro, la música, han suscitado la belleza. Algo, que hacia un momento nos parecía imposible, a tenor de nuestras difíciles circunstancias, de nuestra torpeza para sortear el día.

lunes, 29 de diciembre de 2008

¿ Por qué escribir ?



Mientras que para hablar puede haber muchas razones, la única buena razón para escribir es recordar. Recordar para uno mismo, para alimentar y dar sentido al presente. Lo que sentimos y lo que nos preocupa, ese es el objeto de nuestra escritura, un intento de esclarecimiento personal desde nuestra incertidumbre, desde nuestro miedo, que implica hablar en primera persona de nuestra experiencia.
Un periodista está obligado a salir a buscar los temas, pero si se trata de escribir, es un error proponerse un tema, son los temas los que salen buscarlo a uno. Toda experiencia puede ser trasformada en objeto de escritura, por eso no hay que salir a buscarla. El hecho de estar solo es una experiencia, el dolor es una tremenda experiencia, el amor es la experiencia que más nos complace, pero también la lectura, es una experiencia estupenda. Es absurdo suponer que lo que leemos, no es tan nuestro como lo que nos ocurre o lo que nosotros hacemos. No hay situaciones poéticas porque todo lo humano es digno de poesía.

Hugh. Nightnoise.

¿Quién es el caballero inexistente?



Italo Calvino publicó en 1959, su célebre trilogía: "Nuestros antepasados". El tercero de sus relatos fantásticos, titulado “El caballero inexistente", lo protagoniza un caballero medieval, llamado Agilulfo, quien carece de cuerpo; y pese a su inconsistencia material, por la sola fuerza de su fe y de su voluntad, puede, no sólo hablar, sino ejecutar con pulcra exactitud todas las difíciles tareas que conlleva el ejercicio de la caballería medieval.
Agilulfo en la forma de una bruñida armadura siempre incólume, es un fiel cumplidor de las normas de la caballería, buen camarada en tiempos de paz, es el más valiente y esforzado en la batalla y sin embargo, esa carencia de debilidades humanas, derivada de su incorporeidad, sólo despierta, antipatía y desconfianza entre sus compañeros, que detestan su perfección. Aunque predica el bien y lo ejemplifica con su conducta: asiste a los enfermos, vela por los ancianos y los desvalidos y cumple en todo, con el ideal cristiano con pureza de intenciones, nadie lo estima, sencillamente porque no existe, porque es "solo un montón de chatarra".
Agilulfo está solo y se siente solo. Es una soledad existencial que no se llena, pese a los desvelos amorosos de Priscila,- el otro personaje de nuestro blog- una preciosa mujer, enamorada de un ideal, que trata de romper la coraza, con la hermosa esperanza de hallar algo más que aire.
Como el propio Italo Calvino confesó, inventó un contexto histórico apócrifo, hizo comparecer a los sarracenos, ante los muros de París, bautizó a los paladines que intervienen en la parada militar ante Carlomagno, con apelativos humorísticos sacados de las novelas de caballerías, tratando de dotar al relato del aire irreal de una parodia, con el propósito de elevar al protagonista inexistente a la categoría de un símbolo: el de la búsqueda del propio ser en una sociedad deshumanizada como la contemporánea.

Lachrimae antiquae. John Dowland. Hesperion XX.

domingo, 28 de diciembre de 2008

La música, la amistad.

¡Siempre hay flores en la tumba de Monteverdi!.
(Fotografía tomada en Iglesia de " Los Frares",Venecia,10 Agosto del 2008).


La madurez (o la vejez, tal es el nombre que los otros le dan) puede ser el tiempo de nuestra dicha. El animal ha muerto, o casi ha muerto, quedan el hombre y su alma.
“ De los cuatro puntos cardinales, convergen los caminos que me han traído a mi secreto centro”. Siempre en mi vida fueron demasiadas las cosas…
En la tarde dorada, o en una serenidad cuyo símbolo podría ser el oro de la tarde, un hombre dispone de muy de pocas cosas. Este lento devenir no debe atemorizarnos, porque se trata de una dulzura, de un regreso.

Una de estas cosas es la compañía misteriosa de la música, la emoción que produce ese anhelo de perfección es un consuelo para el alma. Otra, como bien sabes amigo José María*, es la amistad.

*Jose María Herrera, escritor rondeño, me ha dado a leer recientemente un interesenate episodio de las Andanzas del caballero veneciano Alvise Contarini, que se propone publicar en breve, titulado: Flores en la tumba de Monteverdi.

Il lamento de la Ninfa. ( Claudio Monteverdi)

Un cuaderno de "viaje".


Éste es un cuaderno de viaje, pero quiero aclarar que para mi, no todo viaje es espacial, y sí un tránsito subjetivo. una prueba a la que nos somete la vida, que tenemos que aceptar tratando de encontrarle sentido.
Nuestro cuerpo, nuestros amigos, nuestras capacidades y oportunidades, aparecen, se transforman y desaparecen, en un inevitable proceso de degradación, esta es la verdadera condición de nuestro viaje.
Yo quisiera que a medida que crezca este cuaderno, vaya yo creciendo y aprenda a contemplar la vida, como un camino. Un sendero en el que hay que ir cumpliendo afanosas etapas lo más dignamente posible y aprender a aceptar sin temblor, el misterioso paisaje que se desvela ante nuestros ojos.