miércoles, 18 de febrero de 2009

Venecia existe gracias a la laguna.

Miguel y Alvise han salido a ocuparse de sus negocios, y yo me he puesto a enviar por email a los amigos los parabienes de mi llegada. Jorge ha aprovechado para enviarme esta semblanza sobre el origen de Venecia.

Venecia existe gracias a la laguna. Las aguas pantanosas del Brenta, del Sile, del Piave, y más al sur, las del propio Po, constituyeron el único refugio para la población romana, en el momento las crueles invasiones de los pueblos Godos, y luego más tarde de los Hunos. La tradición cuenta que la ciudad de Venecia se funda once años después de que Alarico, rey de los Ostrogodos, saqueara Roma . Eran las doce menos cuarto, del mediodía del viernes 25 de marzo del año 421. (¡Mira que es detallada la tradición y sin embargo nada cuenta sobre si ese día estaba nublado o hacía sol!).
La laguna ocupa unas doscientas millas cuadradas, el agua es salobre. Habrás visto desde el barco, que hay muchos postes de madera y pilastras, es porque hay zonas en la laguna, donde el agua es lo bastante superficial para que un hombre pueda vadearla sin mojarse más allá de la cintura. Pero en otros lugares, las aguas son atravesadas por profundos canales, tachonados de peligrosos bajíos, formados por el légamo pegajoso de los ríos, de tal suerte, que sólo el profundo conocimiento, de los pilotos de las naves venecianas, les permitía la entrada o la salida desde el mar.
Ninguna ciudad ha estado tan comprometida, desde su fundación con el mantenimiento de su entorno acuático. El control de los ríos que afluyen, el drenaje de los canales, la contención de las olas y las fuertes mareas marinas, la limpieza de la laguna y el mantenimiento del ecosistema eran desde siempre, cuestiones vitales para el Estado. La República, debía conservar a toda costa ese aislamiento, que le había permitido prosperar fuera del alcance de sus enemigos. Sobre este medio acuático único en el mundo, tambien sobre la enorme cohesión de sus habitantes y de sus instituciones, Venecia va a ir creciendo desde los simples palafitos aislados, hasta el poblamiento masivo de todas las islas y extendiendose a lo largo de la costa adriática. La Serenisima República supo cimentar sobre fuertes pilares las construcciones, a pesar del terreno fangoso del archipiélago, y supo también consolidar su exclusivo comercio con Oriente, a través de Constantinopla y Egipto y un poderío naval sin igual, que serán al fin y al cabo los dos fundamentos su riqueza y de su grandeza.
Desaparecido el poder de Roma, la República Venecia, pese a su relativo tamaño y su mediana población, fue durante muchos años el poder más sólido y mejor estructurado del Mediterráneo.

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