Hermes.
"El mensajero de los Dioses"
representa "otra" concepción del viaje.
No pude reprimirme por más tiempo y comenté a mis amigos que a mediados de esta semana, pediría un permiso en el trabajo para acudir unos dias con un amigo al Carnaval de Venecia. De inmediato, fui hábilmente interrogada por Montse y Ramón sobre todas las circunstancias, muy en particular las relativas el chico en cuestión.
Jorge que permanecía en silencio tomó entonces la palabra y mirándome con un especial brillo en los ojos, como si las palabras fueran dirigidas especialmente a mi dijo:
Un viaje comienza mucho antes de la fecha señalada para la partida o no comienza.El ajetreo de la preparación, la salida, el trayecto, la locomoción, la estancia en el lugar de vacaciones, suelen ser penosas situaciones, "cuando uno no sabe dónde va" a pesar de la guía ilustrada que lleva en el bolsillo.
El viaje en un sentido más profundo exige una estrategia de aproximación que sólo se encuentra en el mapa moral que uno sea capaz de confeccionarse antes de partir. El viaje como el amor, exige una condición mental, es una dimensión del alma que se estropea cuando se codifica.
Del mismo modo que las malas películas y las novelas rosas han banalizado el amor en pareja con los resultados que todos conocemos, las oficinas de turismo han trivializado el sentimiento viajero, despojándolo de todo significado trascendente.
El viaje como institución aparece a mediados del siglo pasado, convertido en la industria del turismo, que a través de una gran planificación económica se ha extendido, durante la segunda mitad del siglo XX a la gran masa de la población en el mundo occidental. Hasta el punto de convertirse en la principal fuente de ingresos para muchos países. El mercado del ocio, del que forma parte el turismo, ha producido las más grandes fortunas del planeta.
El hombre "necesita" la evasión; trasladarse de un lugar a otro, para dar la sensación de que así se recorre a si mismo.
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