Ya metidos en harina Jorge tomó uno de sus libros gemelos y leyó lo siguiente:
"Los bienes subjetivos, como un carácter noble, una cabeza capaz, un temperamento feliz, un ánimo jovial y un cuerpo bien constituido, completamente sano, ( osea, "mens sana in corpore sano") son los bienes primeros y más importantes para nuestra felicidad. Por lo que deberíamos pensar mucho más en fomentarlos y conservarlos que no en poseer bienes y honores externos.
Por otro lado, todo lo que existe y sucede para las personas, existe directamente sólo para su consciencia y sucede para ella. Resulta evidente, que lo más esencial es la calidad de la consciencia misma y que en la mayor parte de los casos importa más esa calidad que no las figuras que en ella se representan". Reflejadas en la obtusa consciencia de un bobo, todos los goces y todas las magnificencias son muy pobres en comparación con la consciencia de Cervantes, cuando escribía el Quijote en una incómoda prisión.
Es claro lo mucho que nuestra felicidad depende de lo que somos, de nuestra individualidad, mientras que casi siempre tomamos en consideración sólo nuestro destino, osea aquello que tenemos o que representamos.
Pero el destino puede mejorar; además si tenemos riqueza interior no le exigiremos mucho.En cambio, un bobo seguirá siendo un bobo y un palurdo continuará siendo un palurdo, hasta el final de sus días, aunque se hallase en el paraíso y rodeado de huríes".
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