jueves, 14 de enero de 2010
La realidad pintada.Idílico
Nos desprendimos del traje neumático y de la escafandra con el tubo del oxígeno, abrimos la escotilla y respiramos el aire marino. Me parecía inconcebible y grandioso a la vez, vivir así a la intemperie, sin otra protección que el firmamento. En medio de aquella enorme extensión de agua, con el viento golpeándonos la cara, nos sentíamos admirados como niños. Respirábamos y no pasaba nada, seguíamos vivos; ninguna inhalación ponzoñosa nos intoxicaba. Teníamos ante nosotros un planeta nuevo y maravilloso. Dirigimos el bote neumático hacia la playa, el agua estaba templada, su contacto no era desagradable. Fuimos hacia una cueva de los acantilados para ocultar el bote y nos desnudamos para enfundarnos unos sencillos trajes militares de camuflaje. Yo temblaba, tenía lágrimas en los ojos, y no lograba disimular mi emoción. Sofía me abrazó y allí mismo, olvidando toda precaución, nos besamos y dejándonos caer sobre la arena, hicimos el amor.Cuando salimos, el sol estaba mucho más alto, a lo lejos se veía una elevada cordillera de aspecto majestuoso. Desde la falda de las montañas hasta el confín mismo de la playa se extendía el bosque.
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