Bien te veo correr, tiempo ligero,
cual por mar ancho despalmada nave,a mas volar como saeta o ave
que pasa sin dejar rastro o sendero.
Yo dormido en mis daños persevero,
tinto de manchas y de culpas grave;
aunque es forzoso que me limpie y lave
llanto y dolor, aguardo el dia postrero.
Éste no se cuando vendrá; confío
que ha de tardar, y es quizá llegado
y antes será pasado que creído.
Señor, tu soplo aliente mi albedrío
y limpie mi alma, el corazón llagado
cure y ablande el pecho endurecido".
Francisco de Quevedo
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