En su interpretacion del mito, Borges incide en algo que preferiamos olvidar, que El Minotauro o "Asterion" (el estrellado) también es un hombre. Un hombre que juega como un niño y no tiene conciencia de su edad cronológica, ni de su aterradora fisonomía; pues en definitiva, en la esencia de su espíritu se cree igual a cualquier otro mortal Se atemoriza del mundo exterior, un mundo aparente, el cual le produce un profundo sentimiento de desprecio e indefensión. Juega a ser el "otro Asterión" para evadirse de su insoportable soledad. La casa, o el laberinto, su mundo interior es su refugio, donde al menos cuenta con algunas certezas, pero es una terrible cárcel para el alma. A este "Asterión-humano", le pesa la soledad, la exclusión del mundo y sufre.
Borges pone en boca de Asterión su forma de pensar: "La muerte (o su alusión) hace preciosos y patéticos a los hombres. Estos conmueven por su condición de fantasmas; cada acto que ejecutan puede ser último; no hay rostro que no esté por desdibujarse como el rostro de un sueño. Todo, entre los mortales, tiene el valor de lo irrecuperable y de lo azaroso. Entre los Inmortales, en cambio, cada acto, (y cada pensamiento) es el eco de otros que en el pasado lo antecedieron, sin principio visible, o fiel presagio de otros que en el futuro lo repetirán hasta el vértigo. No hay cosa que no esté como perdida entre infatigables espejos. Nada puede ocurrir una sola vez, nada es preciosamente precario. Lo elegíaco, lo grave, lo ceremonial, no rigen para los Inmortales"
El origen del horror estriba en que Asterión sólo tiene una forma de liberarase: procurar y procurarse la muerte. Esa es su única oportunidad de escapar del laberinto. La llegada de los nueve hombres, cada nueve años, es interpretada por Asterión como la posibilidad que él tiene de liberarlos de todo mal. Recíprocamente, soporta su terrible soledad, con la esperanza de que algún día llegará su redentor, quien se levantará sobre el polvo y lo llevará a "un lugar con menos galerías y menos puertas". Tal vez por eso, concluye Borges, en boca de Teseo,con la siguiente reflexión:
- ¿Lo creerás, Ariadna? - dijo Teseo - el Minotauro apenas se defendió.
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