Reconocerlo, nos encamina a una existencia auténtica, pues es en la anticipación de la muerte, donde se manifiestan todas las otras posibilidades en su naturaleza de puras posibilidades. Hace presente la temporalidad del Dasein, es decir el verdadero sentido del pasado, del presente y del futuro.
Traducido a un lenguaje más poético, la vida sólo cobra sentido, si nuestro entusiasmo es como el del niño, que construye su castillo de arena en la orilla del mar, consciente de la inmensidad del oleaje, pero indiferente ante los tropezones en la playa.
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